«Mito e Historia» es el título de la conferencia que guiada por el profesor José Álvarez Junco propone la Asociación Cauce del Nalón para este viernes día 16 mayo en la Casa de La Buelga de Ciaño.
Mitificar acontecimientos, personajes,
lugares ha sido una constante en todas las sociedades para reforzar
identidades. Pero desde hace poco más de una década la Historia devino con más
ahínco que nunca en una herramienta al servicio de intereses políticos de
distinto signo. Los nacionalismos periféricos, que habían ido tejiendo sus
historias, acentuaron su acción. Mientras "el nacionalismo español que fue tan virulento en otras épocas, se hallaba en estado de hibernación por su asociación con el régimen de Franco, la bandera española solo se mostraba orgullosa asociada a triunfos deportivos".
En esta controversia historiográfica del uso y abuso de la historia y la mitificación de los hechos «históricos» el profesor José Álvarez Junco tiene mucho que decir porque se adelantó a ver consecuencias. En el año 2001 publicó un estudio admirable Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, que le valió el Premio Nacional de Ensayo 2002. Aunque nacido en Viella, Lérida, paso su juventud en Villapando, Zamora, y estudió Ciencias Políticas con el gran José Antonio Maravall, que le dirigió la tesis doctoral. Fue Catedrático de Historia del Pensamiento y los Movimientos Políticos y Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció también en Boston y en Harvard, lo que sin duda le permitió poner distancia respecto al hervidero más ideológico que histórico que empezaba a suscitarse en España. En el año 2004 aceptó del gobierno socialista la dirección del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, cargo que desempeñó hasta mayo del 2008. Ahora, libre de cargas laborales, ejerce de lo que es: Historiador.
En esta controversia historiográfica del uso y abuso de la historia y la mitificación de los hechos «históricos» el profesor José Álvarez Junco tiene mucho que decir porque se adelantó a ver consecuencias. En el año 2001 publicó un estudio admirable Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, que le valió el Premio Nacional de Ensayo 2002. Aunque nacido en Viella, Lérida, paso su juventud en Villapando, Zamora, y estudió Ciencias Políticas con el gran José Antonio Maravall, que le dirigió la tesis doctoral. Fue Catedrático de Historia del Pensamiento y los Movimientos Políticos y Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció también en Boston y en Harvard, lo que sin duda le permitió poner distancia respecto al hervidero más ideológico que histórico que empezaba a suscitarse en España. En el año 2004 aceptó del gobierno socialista la dirección del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, cargo que desempeñó hasta mayo del 2008. Ahora, libre de cargas laborales, ejerce de lo que es: Historiador.
Su decena de libros y muchos más artículos
escritos demuestran su conocimiento en el anarquismo español y de los
movimientos obreros de fines del XIX y principios del XX, así como de los
entresijos del periodismo político o de las corruptelas lerrouxistas de la
Segunda República.
Desde el 2002 no quiso sustraerse al
debate encendido sobre la idea de nación y los hitos y mitos utilizados por los
contendientes en una especie de carrera por aplaudir o destruir la Nación
Española, o por buscar las esencias
patrias en héroes, villanos, agravios y batallas amplificadas. Álvarez Junco se
atrevió en su Mater Dolorosa a realizar un recorrido por ciertos
conceptos cuyo solo nombre levanta ampollas: «de Hispania a España», «Monarquía
o Nación», «La invención de la guerra de la Independencia», la religión y el
poder, las dos Españas o el desastre de fines del siglo XIX, siglo al que
circunscribe su obra. Su posición no esencialista no contentó a todos.
El inicio del nuevo siglo XXI pone en la
picota la seriedad histórica con una serie de escritos amplificados que
desencadenan polvareda. Muchos de ellos llevan en el título la palabra «mito».
En el año 2003 aparece Los mitos de la Guerra Civil, de Pío Moa, un
escritor, antiguo militante extremista «de izquierdas», que, reconvertido en
historiador, efectúa un revisionismo de la aún dolorosa Guerra Civil favorable
a vencedores, de escasa calidad histórica y muy contestado. Desde entonces se
han pretendido analizar los mitos de casi todos los acontecimientos importantes
de la contemporaneidad española. Mas de una veintena de títulos tiene esa
palabra en el título y muchos otros la usan en el interior.
Como si los demonios de la memoria
histórica encerrados en la caja de Pandora de la transición se hubieran
liberado, a cada acontecimiento político de la última década le sigue una
revisión interesada de la historia, con minúsculas, que amplifica o denigra
hechos y crea o destruye héroes. En definitiva mitifica y pervierte la
Historia. El bicentenario de la Guerra de la Independencia, la ley de la
memoria histórica, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto
catalán, el tricentenario de la invasión borbónica de Barcelona en 1714 son
algunos de los hechos que han inspirado «choques de historias».
Tal vez a todos nos conviene reflexionar sobre nuestros mitos fundacionales. Bien están nuestros Pelayos, Covadongas, Reconquistas, mayos de 1808, Riegos, o el más reciente Octubre de 1934, pero en su justa medida. "La historia - en palabras de Fernández Galiano - puede ser vitamina o vacuna: vitamina cuando se construye un pasado mítico para exaltar la excelencia singular de un pueblo, vacuna cuando se examina la endeble consistencia de esas narraciones" mitificadas.
Tal vez a todos nos conviene reflexionar sobre nuestros mitos fundacionales. Bien están nuestros Pelayos, Covadongas, Reconquistas, mayos de 1808, Riegos, o el más reciente Octubre de 1934, pero en su justa medida. "La historia - en palabras de Fernández Galiano - puede ser vitamina o vacuna: vitamina cuando se construye un pasado mítico para exaltar la excelencia singular de un pueblo, vacuna cuando se examina la endeble consistencia de esas narraciones" mitificadas.
Nadie mejor que José Álvarez Junco para
guiarnos por ese laberinto historiográfico inserto en la realidad sociopolítica
de hoy. Sobre todo ahora que acaba de publicar un magnífico ensayo en una
Historia de España colectiva dirigida por un catalán, Josep Fontana y un
gallego, Ramón Villares.
Y además tendremos la oportunidad de reclamar una vez más – y
las que hagan falta – que La Casa de la Buelga, un espacio de estudio,
intercambio de ideas y conocimiento vuelva a ser lo que no debió dejar de ser:
el Aula Universitaria del Valle del Nalón.
Josefina Velasco Rozado. Cauce del Nalón.
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