domingo, 27 de noviembre de 2016

JORDANIA.Un cruce de caminos.


JORDANIA. El cruce de la historia.
Dice la omnipresente wikipedia que el Estado se creó como reino a raíz de la división de la región llevada a cabo por Francia y Reino Unido tras la Primera Guerra Mundial. En 1946 Jordania se convirtió en un estado soberano e independiente con el nombre inicial de Reino Hachemita de Transjordania. Es una monarquía constitucional, aunque el rey tiene amplios poderes. Su independencia oficial (el dominio franco-británico marcó todo el territorio) se produjo en 1925.
En cifras tiene una superficie (92.500 km2/) poco mayor que Andalucía y menor población (6,5 mill.) Situada entre Líbano, Siria, Irak, Arabia Saudí, Israel/Palestina tiene vecinos que son un auténtico lastre. En medio de ellos el nivel de «desarrollo humano» de Jordania destaca por su calidad. Pese a ello los jordanos sufren la presión de un éxodo humano increíble. Los refugiados de las guerras de ahora en Siria e Irak se sumaron a los de antes, los palestinos acogidos. Los jordanos tienen un aprecio especial al desaparecido Sadam Hussein que les facilitaba a precio reducido el petróleo del que carecen; y esta carencia, grave, se añade a la del agua, un problema agravado por la política de Israel (otro vecino incómodo, como todos) que seca la depresión del mar Muerto, cada vez más muerto, y el mítico río Jordán. La guerra de Irak, el conflicto palestino, la guerra de Siria, antes aún la del Líbano y desde hace mucho el integrismo radical de Arabia Saudi acorralan al benévolo (comparándolo con el resto) reino hachemita
LA RUTA DE LAS CARAVANAS...
Paradojas de la historia, Jordania está situada en lo que históricamente se llamó el «creciente fértil» de la antigüedad, aquel espacio por el que las caravanas de productos variados llevaban mercancías y culturas entre la Mesopotamia de los ricos Tigris y Eufrates hasta Egipto y el Mediterráneo. Una vieja «autopista de intercambio» cuna de la civilización, ¿quién lo diría hoy?, camino entre el lejano oriente y el europeo occidente.
Los faraones egipcios, los fenicios del alfabeto y el comercio, los griegos de la talasocracia, la política y la filosofía y los romanos del imperio más grande de la vieja historia fijaron sus ojos en esta tierra de paso inevitable creada entorno a la depresión más bella del mundo: el mar Muerto de hoy, estremo de la gran falla del Rift que desde Mozambique marca una complicada geología,trasunto de la complicada historia de la región. El mar Muerto desciende más de 400 m. por debajo del «nivel del mar» de su entorno; el mar de Galilea, o lago Tiberiades, y el propio mar Muerto son la espina dorsal que siempre quebró la relación entre Israel, Palestina y Jordania, siendo tras la segunda Guerra Mundial cuando las relaciones devinieron más conflictivas.

AMÁN (Ammán; Ammân)
Jordania es además desierto... terrible y bello desierto roto un poco al norte por una región que a los ojos de los jordanos es verde. Y en el casi verde norte, el actual reino de Jordania tiene como capital Amán, una caótica ciudad con miles de casas inacabadas, donde se hacinan 2 mill. de habitantes en una conurbación que se pierde en la lejanía. Su nombre fue puesto por los amonitas.
Pie de foto: desparramada por las colinas, bajo un sol de justicia, desde la Ciudadela «Filadelfia» Aman es la viva imagen del hacinamiento.

Poblada desde el siglo XIII a.C fue conquistada por asirios, persas y griegos que la llamaron Filadelfia (hermano amado). En el siglo I cayó bajo el domino de Roma; fue luego sede episcopal en el siglo IV, casi Bizantina y después capital musulmana destacada con los omeyas y abbasies. Todos estos estratos históricos son perceptibles desde la ciudadela, un lugar al que hay que subir para valorar Amán y su pasado.
Pie de foto: no es cualquier cosa la Ciudadela. Hay restos de todas las culturas que han pasado; sobre todo romanos, bizantinos y musulmanes.

Pie de foto: solo una parte de lo que es el espectacular anfiteatro aprovechando la ladera de una de las colinas. ¿Quién dijo que no hay nada que ver en Amán?

Desde la Ciudadela se puede admirar algo más que el desorden y apreciar restos increíbles, como los del anfiteatro romano. Y abajo, entre el caos, pasear al anochecer por los pubs de la calle del arco iris (Rainbow Street). En ellos se ven con frecuencia pequeños homenajes al vecino añorado iraquí Sadam Hussein, al que insensatamente nos cargamos en aras de una democracia que nunca existió; al menos él daba petróleo a los jordanos y libertad a las mujeres; ahora... Además del Museo Arqueológico, en la ciudad, hay una pequeña joya que es el Museo Popular Tradicional de Jordania, importante para entender ciertas costumbres.
Pie de foto: en el Museo de Tradiciones Jordanas hay de todo: desde los trajes típicos y objetos habituales hasta los de las ceremonias que marcan los ritos de paso de la vida.

Y, en la ciudad, entre las calles bulliciosas de día y las animadas de noche (más si te toca el Ramadán cuando la vida se traslada a la noche) se puede tomar té y fumar el «narguile» mientras se aprecia la coquetería occidentalizada de las mujeres y la más tradicional de los hombre impolutos con su túnica blanca y su kafiyyeh o tocado tradicional.
Pie de foto: noche en un pub de la calle del Arco Iris. Estaban en Ramadán.

GERASA o Jerash. La más monumental de las ciudades romanas de Jordania. Está situada al noroeste y forma parte de las diez ciudades o establecimientos icónicos ya citados por los griegos como las Decápolis que fueron límites del imperio romano. Fue habitada desde el bronce, pero Roma utilizó su situación para controlar las rutas comerciales. Luego, la invasión del siglo VII la hizo caer en decadencia. Pese al expolio lógico de piedras y objetos, tal vez por situarse fuera de intereses políticos, se conserva maravillosamente la ciudad romana con todos sus elementos. Es, después de Petra, la más visitada de Jordania. Son perfectamente identificables las calles principales, el cardo y el decumano; los alcantarillados, el foro, los templos, mercado, arcos triunfales, viviendas. Un lujo.
Cuentan que en el siglo VIII un gran terremoto destruyó Jerash y que luego, en la alta edad media, los cruzados, siempre presentes en Jordania y en los territorios próximos a los lugares santos, convirtieron las ruinas en fortaleza. Pero nada pudo destruir su historia y a Gerasa o Jerash se la conoce como la Pompeya de oriente.
Siempre hubo en esta parte presencia de viejos cristianos, recuerdo de su pasado.


Pie de foto: hay ruinas tan admirables que uno se sorprende aún de cómo puede alguien ser tan loco para amenazar su destrucción. Matar la historia es matar a los hombres que la hicieron; nada hay más salvaje que anular la vida que queda en la memoria.

AJLUN. Una de las muchas fortalezas de los cruzados se puede visitar antes de emprender el camino del sur hacia Petra. Ajlun no es el mejor; dicen que el más espectacular es Kerak en el centro del país, donde en el siglo XII hubo un sitio y una serie de batallas por el control del territorio de gran importancia. Sin embargo Ajlun da idea de lo que fueron las cruzadas, aquellas expediciones de los reyes cristianos de occidente para «liberar tierra Santa o los Santos Lugares» de los infieles musulmanes. Realmente subyacía en el proyecto algo más que fe, era el intento de romper el aislamiento que imponía el control musulmán de las rutas comerciales con extremo oriente desde donde venían las imprescindibles especies y productos necesarios para el desarrollo. Viajeros y aventureros como Marco Polo (s. XIII) fueron precedidos por auténticas campañas guerreras que, amparadas en la excusa de la religión, pretendieron romper el cerco del Islam.
Ajlun, en lo alto de una colina, cerca de la vieja Jerash, en la zona rica de la actual Jordania, fue uno de esos fortines. Junto con Kerak, junto con Amra, Kharana y otros menores, centros de vigilancia en el desierto, fueron importantes en el proyecto de los cruzados.

Pie de fotos: Ajlun dispone de un pequeño museo y la visita da idea de lo que fue una muy cuidada construcción con magníficos sillares constructivos.

MONTE NEBO. La tumba de Moises. El monte Nebo es una pequeña colina, que en Jordania es más aún. Con 817 m. permite ver allá abajo la desembocadura del Jordán en el mar Muerto. Y, sobre esa depresión profunda, en días claros (que en el desierto son escasos), hasta se puede ver al otro lado la mítica Jerusalén. Cuentan que el viejo Moises (120 años dicen que vivió), después de haber guiado a los israelitas desde su cautiverio en Egipto por el desierto, murió aquí no sin antes asomarse a la cima del monte Nebo y ver a lo lejos la Jerusalén prometida.
Ahora es reclamo turístico religioso, pero aún conserva una iglesia bizantina con mosaicos, reconstruida a principios del siglo XX por los franciscanos y algunos monumentos conmemorativos no siempre de buen gusto. Lo que siempre es aconsejable es ver como entre leyenda y realidad Nebo debió ser siempre un imprescindible observatorio.
Pie de foto: abajo la depresión y el mar. Más allá Israel

Pie de foto: los memoriales a Moises y la historia del monte en el pequeño museo convierten en lugar en centro de peregrinación para los cristianos.

MADABA. Camino al sur, siempre al oeste del mar Muerto y el bello y exiguo Jordán, el viajero llega a Madaba. Aunque como todo el país, la mayoría de los 60.000 hab son musulmanes, pero aún hay muchos cristianos ortodoxos, porque las huellas bizantinas de la ciudad son únicas. Visitar y admirar la iglesia de San Jorge (s. VI) depara sorpresas con sus únicos mosaicos, leyenda viva de religión.
Allí está el mapa más antiguo de tierra Santa con la añorada Jerusalén de los cruzados.

Pie de foto: parte del mapa de tierra Santa. Cristo sobre las aguas y San Jorge dando muerte al dragón.

CAMINO AL SUR…LA AUTOPISTA…GANA EL DESIERTO.
Jordania tiene en la «autopista» entre Amán, la capital del país al norte, y Aqaba, la ciudad portuaria en el mar Rojo, su principal vía de comunicación.
Jordania carece de ferrocarril. Apenas quedan unas siete viejas locomotoras de lo que fue la línea férrea otomana, la Hiyaz, que entre 1908 y 1916 unía Damasco, en Siria al Norte, hasta Medina en Arabia. Pero la revolución árabe tuvo particular empeño en acabar con este proyecto. Cuando en 1916 estalló la rebelión, el ferrocarril, por su papel en el transporte de tropas, sufrió varios ataques guerrilleros que dejaron la vía muy dañada. El tráfico en ese tramo, es decir, al sur de la actual frontera entre Arabia Saudí y Jordania, no volvió a abrirse y hasta hoy en día los restos de los trenes y vías destruidas por la guerrilla de Lawrence de Arabia y otros elementos del ferrocarril son una atracción turística en el reino saudí, no en Jordania. Las guerras árabes-israelís vinieron a arruinar definitivamente el tren como opción de transporte
Por cierto que el mítico Lawrence no es nada querido en Jordania; ni su homosexualidad ni sus hazañas tienen seguidores en el país. Parece que la película sobre este guerrero hubo de rodarse en gran parte en Almería, donde se recreaban las costas de una Aqaba muy española. Sucedió en 1961 y la playa del Algarrobico se convirtió en campo de batalla, a la vez que en las dunas del cabo de Gata se hacía saltar por los aires la línea del tren que realmente destruyeron en Jordania y que en España construyó para la ocasión la Renfe (3 Km,); incluso el almeriense desierto de Tabernas conserva todavía las palmeras plantadas para imitar al país hachemita.

Como decíamos, la carretera que atraviesa Jordania de Amán hasta Aqaba es amplia y no tiene mal firme, aunque llamarla autopista es un exceso. Los márgenes alambrados aparecen en todo el trayecto plagados de bolsas de plástico, una auténtica invasión. Y las líneas de demarcación son casi inexistentes. Pero es la vía principal.
Pie de foto: siempre con tráfico, aunque sin áreas de servicio, un lujo innecesario, es la principal vía de comunicación.
Camino de Petra, quedan restos de castillos y fortalezas de los Cruzados en el pedregal desierto, en los cruces donde se controlaban las rutas de las caravanas. Vistos en la lejanía, encaramados en montículos, aquellas ruinas, de las que la más destacada es Karak dan cuenta de un alto medievo hostil y guerrero, una lucha incesante entre dos poderes que buscaban en la religión la excusa perfecta para enfrentarse por el control de esta parte del mundo.
Pie de foto: Venta de artesanía para turistas.
Pie de foto: una de las ruinas, restos de los fortines de cruzados y musulmanes, según quién vencía. Cerca jaimas de beduinos o nómadas ganaderos con algunas cabras y camellos. Las pocas aldeas viven de algunos huertos, del turismo y de una exigua ganadería.

Antes de llegar a la gran Petra, el destino por excelencia, conviene detenerse en la hermosa PEQUEÑA PETRA, la antesala de la ciudad, donde esperaban la entrada los caravaneros, comerciantes y viajeros. La pequeña Petra está también hecha de piedra y avanza la belleza de la otra. El silencio, solo roto por algún músico local en busca de monedas, sobrecoge y la construcción impresiona.
Pie de foto: La ciudad de Al-Beidha, conocida como la Pequeña Petra, es una réplica en miniatura de Petra. Se cree que fue una zona de descanso que crearon los nobles a 4 Km.

PETRA, la joya de los Nabateos. 240 Km separan Aman de Petra. El destino por excelencia de los turistas del mundo que van a Jordanía está en el interior de una garganta rocosa, invisible casi hasta atravesar un estrecho entre rocas. La historia del descubrimiento de PETRA se remonta, para el mundo occidental, al año 1812. El viajero, explorador y espía suizo Johann Burckhardt conocía la existencia de una ciudad sagrada que permanecía escondía para evitar que fuera profanada; en su relación con los lugareños logró averiguar dónde se ocultaba.

Según la página oficial de turismo de Jordania PETRA es la joya más preciada de Jordania, una de las maravillas del mundo antiguo y la simple razón por la que el viaje a Jordania ya vale la pena. Al menos una vez en la vida hay que visitarla. Deslumbrante y opulenta en su época de esplendor hace dos mil años, cuando era la encrucijada perfecta de las principales rutas comerciales entre Asia y el Mediterráneo; ciudad perdida durante siglos para el mundo occidental; felizmente recuperada a principios del siglo XIX por el aventurero suizo Burckhardt. Su perfecta combinación de arquitectura prodigiosa tallada en la roca y entorno natural deslumbrante seguirá hechizando durante siglos a cualquier viajero inquieto. La visita imprescindible recomendada por esta Guía de Jordania. Wadi Musa, el núcleo urbano de referencia para visitar el Parque Arqueológico de Petra, cuenta con una oferta de hoteles e infraestructura turística para satisfacer las expectativas más exigentes.
Pie de foto: tras una caminata, atravesando una garganta rocosa en la que se ingeniaron para canalizar el agua, aparece la imagen más espectacular de PETRA (la ciudad de piedra).

«Petra, fundada hacia el siglo VI a.C., es el legado más importante que dejaron en Jordania los nabateos, una antigua tribu que procedía inicialmente de la Península Arábiga y que se asentó en el sur de Jordania. La entrada a Petra se realiza a través del Siq, un cañón estrecho de unos 1.000 metros que acaba en la famosa fachada del Tesoro (Al-Khazneh). El Tesoro está excavado enteramente en la roca de color rosáceo que va cambiando de color según la luz que incide sobre ella. Las grandes columnas corintias de la fachada y su decorado están preservados del viento y la lluvia por la cornisa de roca de la parte superior».
Pie de foto: en el verano del 2013, con las primaveras árabes y los locos del ISIS no era Oriente un lugar muy visitado. ¿Quién puede decir que vio El Tesoro así? Pero ¡qué pena daban los niños con sus caballos, burros y camellos dormitando con tan poquitos turistas que llevarse al lomo!

Pero PETRA no es solo el tesoro, Al-Khazneh. Habitáculos excavados en las rocas, caminos y vías, depósitos, silos, un teatro romano, porque Roma utilizó Petra tras una dura conquista, escalas que ascienden hacia el monasterio Ad-
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Deir, al que se accede tras subir unos 800 peldaños excavados en la roca. Puedes elegir a pie o en uno de los burros o caballos. Allá arriba estaba la zona de protección de la ciudad, una auténtica fortaleza, pero antes la acumulación de historia vieja era enorme.
Pie de foto: Monasterio de Ad- Deir. Dice la Wikipedia que «fue construido por los nabateos en el siglo I en honor a Obodas I tras su muerte y mide 50 metros de ancho por aproximadamente 45 metros de alto. Arquitectónicamente es un ejemplo del estilo clásico nabateo. Es el segundo edificio más conocido del sitio arqueológico tras El Tesoro»
Pie de foto: calzada y ruinas romanas. Se conserva un teatro construido en una de las laderas rocosas

Abandonar PETRA al atardecer, después de todo el día, de los escalones, del sol aplastante, da casi pena. Está tan solitario. Uno puede contemplar la salida por el pasillo rocoso, las canalizaciones del agua, el trabajo ímprobo de aquellos antiguos hombres que sacaron de piedras y desierto una ciudad oculta.

Y fuera de PETRA el paisaje sin piedad, con esa dureza que hace dudar de ser un lugar habitable esta tierra… pero bellísima.

Viendo el milagro de la ciudad de piedra uno valora más la presencia de pueblos que casi no conocía. Los nabateos, aquellos comerciantes de incienso y especias, fueron excelentes ingenieros hidráulicos y constructores. La «ciudad rosa» es un milagro lo mismo que la piedra de la garganta estrecha de Siq que da paso a la ciudad. Los beduinos son los orgullosos guardianes de esta pare de la Jordania más conocida. Concluyendo la declaración de PETRA como patrimonio de la humanidad desde 1985 está justificada.
A la vuelta de Petra, la arqueológica, en la ciudad que vive exclusivamente del turismo a la joya del país, Wadi Musa, o Valle de Moises, uno debe pasear y buscarse un buen baño público donde recibir además el masaje adecuado y luego una buena cena en alguno de los muchos restaurantes. Wadi Musa dispone de una oferta hostelera y hotelera importante.

WADI RUN. El desierto de piedra más bello del mundo. «Sin duda, el paisaje desértico más espectacular e intacto de Oriente Medio. El escenario de la épica bélica de la Revolución Árabe que enfrentó a las tribus beduinas con el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. El mito de T. E Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia y encarnado por Peter O´Toole en el celebérrimo film de David Lean, añade valor intangible a la zona» aunque ya comentamos que no está entre los personajes favoritos de los locales.
Pie de foto: dependiendo de la hora del día las piedras de Wadi Rum cambian de color y la arena suave, en los lugares donde forma colinas va del intenso rojo al amarillo.

«Los paseos en jeep por la inmensidad hipnótica del paisaje natural de Wadi Rum y la posibilidad de pernoctar en un campamento del desierto son sólo una parte, la más publicitada, de las experiencias recomendables. El viajero sagaz y amante del turismo activo encontrará un amplio catálogo de actividades seductoras: senderismo, escalada, patrimonio arqueológico, vuelos en globo»…
Pie de foto: bajo el sol ardiente ascender colina arriba enterrando los pies en la arena se hace imposible, más aún si no llevamos calzado cerrado y bien sujeto. No sirven sandalias en Wadi Run.


Pie de foto: turistas como hormigas colina arriba y abajo con los jeeps a sus pies siempre atentos para recogerlos y beduinos tumbados a resguardo del sol con sus camellos prestos para continuar viaje cuando el sol de justicia deje de apretar.

Dicen que visitar JORDANIA es mucho mejor fuera de este verano; debe ser cierto. Que además las rocas de Petra y las piedras de Wadi Run serán más bellas humedecidas por la escarcha o la lluvia, pero también en verano se vive.

Inmenso, irrepetible y divino, como lo describiera Sir Lawrence, Wadi Run, o Valle de la Luna es destino para senderistas, escaladores y aventureros. Imposible que sustraerse a una jaima donde a cambio de té y olor a incienso te ofrecen comprar de todo. Es la vida… del turista y del beduino, del jordano que vive de ello. También lo tienen.


Pie de foto: siempre al amparo de las rocas crecen los lugares de descanso y los hoteles
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No subimos en globo ni fuimos intrépidos caminantes o escaladores; fuimos turistas formales un tanto aplastados por el agreste naranja y azul de este tórrido y espectacular desierto. Lo abandonamos camino del norte, deshaciendo por la misma conocida «autopista» el trayecto hasta la frontera israelí.
No conocimos AQABA, el puerto jordano del mar Rojo; aquel que atrae el turismo para los amantes de los fondos submarinos de gran belleza. Tampoco nos bañamos en el MAR MUERTO, aunque bajamos a la profunda depresión que lo alberga al emprender el camino de la frontera con Israel. Ese mar, 400 m. por debajo del nivel del mar medido con el Mediterráneo, fue usado desde la antigüedad por sus propiedades terapéuticas. Allí cuentan que crecieron las ciudades ricas y malditas por su desenfreno de Sodoma y Gomorra.
Pasar de Jordania a Israel por el puente Allenby o puente de Hussein implica descender al valle del Jordán y atravesar el río cerca de la bíblica Jericó. El puente, construido por el general británico que le da nombre en 1918 fue destruido varias veces, pero es paso obligado. Y, como Israel, acosado y acosador, aunque con relaciones corteses con sus vecinos jordanos, controla mucho sus pasos, la frontera siempre es un calvario, pero menos de lo que nos decían.
El cansancio del viaje de vuelta se vio agravado por la enfermedad de nuestro pobre guía beduino Loai, empecinado como buen musulmán en su Ramadán terrible, acabó desfallecido, manoseado por todo el pasaje del autobús, y al final recogido por unos amigos, en plena carretera que lo llevaron camino del hospital. Al final el joven, guapo, amable y culto Loai no pudo acabar el viaje y es que esto de la religión llevada al extremo no debe ser nada bueno. Bajo el sol de justicia, sin beber todo el día, sin comer y hablando…Hay creencias inhumanas. Cierto que el Ramadán pretende instituirse como un rito de solidaridad con los que nada tienen, pero las comilonas nocturnas y las carencias diurnas, tendrán mucho de fe pero poco de lógica sanitaria. Así pues bajamos a la frontera sin guía.
Comprendimos que en Jordania se debe respetar, y mucho, la imagen de la familia real a la que parecen querer, que tienen una tolerancia religiosa envidiable en esta parte del mundo y con lo que está cayendo; que aprecian la conversación y son amables. Gustan de comidas con tertulia en las que abundan las aceitunas, los panes con semillas, el hummus o pasta de garbanzos con aceite y limón, las berenjenas, pimientos, tomates; ensaladas frías, la carne de cordero y pollo en albóndigas o trozos con arroz y almendras y los dulces con almendras, nueces, pistachos y mucho jarabe de miel. Comida tal vez en exceso especiada para nuestro paladar, pero necesaria, pues las especies fueron y son conservantes y antisépticos naturales, al igual que el picante, en estos lugares. Café con cardamomo, té e incienso aportan un plus de recuerdos a un país muy bello.
Nos esperaba JERUSALÉN. Pero esa es otra historia.
Sucedió todo esto entre el 21 de julio y el 26 de julio de 2013

Los viajeros:


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